Esclerosis múltiple y CCSVI Pruebas clave perdidas

Al diagnosticar correctamente una enfermedad, al percibir su naturaleza, al comprender su causa, se pone fin a toda incertidumbre. El diagnóstico despeja el camino hacia su cura o el alivio de sus efectos. Ningún diagnóstico de la esclerosis múltiple, EM, ha supuesto un alivio semejante. Es un veredicto ominoso, al que se llega en fríos cálculos de tiempos de incapacidad, en el recuento de lesiones no identificadas ni por su carácter ni por su origen. La idea de abrir las obstrucciones extracraneales del drenaje venoso del cerebro y la columna vertebral observadas en pacientes con diagnóstico de EM arrojó una luz parpadeante sobre la escena. Las recuperaciones desconcertantes se alternaron con resultados insatisfactorios. Pero nadie ha aclarado por qué ha sido así. Quien echa un vistazo más de cerca a los primeros días de la investigación sobre la EM ve que ésta no siempre ha sido una entidad misteriosa. Que tenía rasgos propios inconfundibles. Al seguir los hilos de las pruebas dadas hasta los avances más recientes de la imagen por RM, empieza a surgir un agente de la EM bien definido: El venosoma retropulsivo. Se espera que quienes diluciden la naturaleza y las actividades de estos cuerpos venosos potencialmente ruinosos resuelvan los problemas básicos no sólo de la investigación de la CCSVI y la EM.